miércoles, 6 de marzo de 2013

FABULAS PERSEVERANCIA Y FORTALEZA



Todos he tenido malos días, incluso como solemos llamar “malas rachas”, situaciones que se repiten y nos hacen pensar que todo nos va mal y debemos rendirnos, pues bueno,  yo no lo creo cuando caes y tocas fondo, hasta donde no se puede caer más, no queda otra alternativa que subir, es una ley de la vida, como suelen decir nuestros padres, “luego de la tormenta llega la calma”,  me gusta decir frase como “no te desanimes”, “sigue adelante, tu puedes”, sin embargo cuando nos sentimos devastados, estas frases nos resultan irónicas, lo que debes saber es que no estás solo, si somos  7 billones de personas en el mundo, a todos nos ha pasado, y si 7 billones de personas son capaces de levantarse y seguir jugando, también puedes hacerlo tú.




Te dejo unas bonitas fabulas sobre perseverancia:


Un campesino, que luchaba con muchas dificultades, poseía algunos caballos para que lo ayudasen en los trabajos de su pequeña hacienda. Un día, su capataz le trajo la noticia de que uno de los caballos había caído en un viejo pozo abandonado. El pozo era muy profundo y sería extremadamente difícil sacar el caballo de allí. El campesino fue rápidamente hasta el lugar del accidente, y evaluó la situación, asegurándose que el animal no se había lastimado. Pero, por la dificultad y el alto precio para sacarlo del fondo del pozo, creyó que no valía la pena invertir en la operación de rescate. Tomó entonces la difícil decisión de decirle al capataz que sacrificase el animal tirando tierra en el pozo hasta enterrarlo, allí mismo.

 Y así se hizo. Comenzaron a lanzar tierra dentro del pozo de forma de cubrir al caballo. Pero, a medida que la tierra caía en el animal este la sacudía y se iba acumulando en el fondo, posibilitando al caballo para ir subiendo. Los hombres se dieron cuenta que el caballo no se dejaba enterrar, sino al contrario, estaba subiendo hasta que finalmente consiguió salir.

Si estás "allá abajo", sintiéndote poco valorado, y otros lanzan tierra sobre ti, recuerda el caballo de esta historia.


LAS 2 RANITAS
Había una vez dos ranas que cayeron en un recipiente de nata. Inmediatamente se dieron cuenta de que se hundían: era imposible nadar o flotar demasiado tiempo en esa masa espesa como arenas movedizas. Al principio, las dos ranas patalearon en la nata para llegar al borde del recipiente. Pero era inútil; solo conseguían chapotear en el mismo lugar y hundirse. Sentían que cada vez era más difícil salir a la superficie y respirar.
Una de ellas dijo en voz alta: “No puedo más. Es imposible salir de aquí. En esta materia no se puede nadar. Ya que voy a morir, no veo porqué prolongar este sufrimiento. No entiendo qué sentido tiene morir agotada por un esfuerzo inútil.” Y dicho esto, dejó de patalear y se hundió con rapidez, siendo literalmente tragada por el espeso liquido blanco.
La otra rana, más persistente o quizá más tozuda, se dijo “¡No hay manera! Nada se puede hacer para avanzar en esta cosa. Sin embargo, aunque se acerque la muerte, prefiero luchar hasta mi último aliento. No quiero morir ni un segundo antes de que llegue mi hora.” Siguió pataleando y chapoteando siempre en el mismo lugar sin avanzar ni un centímetro, durante horas y horas.
Y de pronto, de tanto mover y batir las ancas, agitar y patalear, la nata poco a poco se fue volviéndose más espesa, hasta convertirse en mantequilla. Sorprendida, la rana dio un salto y, patinando, llegó hasta el borde del recipiente. Desde allí, pudo regresar a casa croando alegremente.



EL LEÓN Y EL RATÓN
Dormía un león cuando un ratón empezó a juguetear encima de su cuerpo. Despertó el león y lo atrapó. A punto de ser devorado, el ratón le pidió que le perdonara, prometiéndole pagarle en el futuro. El león echó a reír y lo dejó marchar. Días después, unos cazadores apresaron al rey de la selva y lo ataron con una cuerda. Al oír el ratón los lamentos del león, corrió al lugar y royó la cuerda, dejándolo libre. “Días atrás” - le dijo -, “te burlaste de mí pensando que nada podría hacer por ti en agradecimiento. Ahora es bueno que sepas que los pequeños ratones somos agradecidos y cumplidos”.



LA LIEBRE Y LA TORTUGA

Una vez, una liebre, se burlaba de las patas cortas y de la lentitud de una tortuga. Ésta dijo a la liebre: "Puede que seas muy veloz, pero estoy segura de poderte ganar una carrera”. Sorprendida, la liebre aceptó el reto. Llegó el día de la carrera y mientras la tortuga no dejaba de caminar aunque a paso lento, la liebre corrió rápidamente y al ver seguro su triunfo decidió echarse una siesta. Poco después, la liebre despertó y vio a la tortuga llegar a la meta y ganar.


Cuando somos adultos, podemos enfrentarnos a las vicisitudes y afrontar las adversidades, si tienes niños pequeños, recuerda, ellos necesitan de una mano amiga, de un  cálido abrazo, ayúdalos, para que logren vencer sus miedos.


 Piensa; cuando caminas un  tramo largo y llevas de la mano a un niño, el da por cada paso tuyo 2 pasitos, cuando tu, siendo grande y fuerte tienes miedo en la vida, sus pequeños problemas son el doble que los tuyos, no seas indiferente y ama a los niños que tuviste la suerte de tener, son tu responsabilidad, cuida de ellos.

Todos tenemos dentro la fortaleza necesaria.


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