En los años 1700, las pobres familias de agricultores de Dinamarca
y Suecia no tenían dinero para solventar la educación de sus hijos y, por eso,
entregaban cestas llenas de manzanas a los maestros como forma de pago.
Así, se hizo conocido una frase: “Entregar
una manzana al profesor siempre será un buen truco cuando no se sabe la lección
de aritmética”. Con el tiempo hubo un descenso de la tradición pero, de todos
modos, la manzana sigue siendo emblemática para los maestros.