martes, 5 de diciembre de 2023

Sofia en Navidad - cuento corto

 Había una vez, en un pequeño pueblo cubierto de nieve, una niña llamada Sofía. La víspera de Navidad estaba llena de magia en el aire, y las luces centelleaban en cada rincón. Sofía vivía en una casita pintoresca, con ventanas adornadas con guirnaldas y un árbol de Navidad que tocaba el techo.




Sofía, de ojos brillantes y mejillas sonrosadas, no podía contener su emoción. Esa noche, antes de acostarse, se acercó al árbol y susurró un deseo con sus manitas frías.

—Querido árbol de Navidad, ¿puedes hacer que esta Navidad sea especial para todos?

La luz de las velas tembló como si el árbol hubiera escuchado. Sofía se acurrucó bajo su manta favorita y se quedó dormida con sueños de renos y copos de nieve danzando en su cabeza.

Al día siguiente, Sofía se despertó con el resplandor cálido del sol y el suave tintineo de campanas distantes. Corrió escaleras abajo y encontró que la sala estaba llena de regalos envueltos con amor. Junto al árbol, descubrió una pequeña carta que decía: "Para Sofía, la niña más especial".

Entre risas y rasgueos de papel, Sofía abrió los regalos con ojos de asombro. Cada uno de ellos era un tesoro pensado especialmente para ella. Pero lo más sorprendente estaba en la última caja. Al abrirla, un pequeño muñeco de nieve de cristal brilló en sus manos.

—Es un muñeco de nieve mágico. Puedes pedirle un deseo y se hará realidad —dijo su madre, con una sonrisa cálida.

Sofía abrazó el muñeco de nieve con cariño y cerró los ojos. Susurró un deseo especial, el mismo que había compartido con el árbol la noche anterior.

Durante el resto del día, el pueblo se llenó de risas y alegría. Sofía compartió su magia con todos, haciendo que cada corazón brillara con el espíritu navideño. Los vecinos intercambiaron abrazos y buenos deseos, recordando la importancia de la amistad y la generosidad.

Así, en esa Navidad especial, la magia no solo estaba en los regalos bajo el árbol, sino en los corazones que se abrían para compartir amor y bondad. Y mientras la nieve caía suavemente afuera, el pequeño pueblo resplandecía con la luz cálida de la felicidad compartida.

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